domingo, 13 de marzo de 2011

La Leyenda del Violin del Diablo

Encontre varias versiones respecto a esta Leyenda asi que tratare de ponerles toda esta info que me intereso mucho:

Empezare con quien es Giuseppe Tartini

Giuseppe Tartini

Giuseppe Tartini (8 de abril de 1692 – 26 de febrero de 1770), violinista y compositor italiano del Barroco. Nació en Pirano, Istria en la república veneciana (actualmente Piran, Eslovenia), su padre era italiano y su madre eslovena.
Al parecer los padres de Tartini tenían proyectado que fuese sacerdote, y en este camino recibió un entrenamiento musical básico. Estudió leyes en la Universidad de Padua, donde logró maestría en el arte de la esgrima. Después de la muerte de su padre (en 1710), se casó en 1713 con Elisabetta Premazore, una mujer que su padre desaprobaba debido a su baja clase social y a la diferencia de edad. Desafortunadamente, Elisabetta era la favorita del poderoso Cardenal Cornaro, quien acusó a Tartini de abducción. Tartini decidió ir al Convento de San Francisco en Asís, donde él podría escapar del procesamiento; mientras, allí aprendió a tocar el violín.

Se dice que es precisamente aquí, en el Convento de San Francisco de Asís, donde irónicamente “surge” la composición de “EL TRINO DEL DIABLO” también llamada “LA SONATA DEL DIABLO”.

La habilidad de Tartini mejoró enormemente y en 1721 fue designado maestro de capilla en “Il Santo” en Padua, con un contacto que le permitió tocar para otras instituciones que él quería.
En 1726, Tartini inició una escuela de violín que atrajo a estudiantes desde toda Europa en Pirano. Tartini está considerado como uno de los grandes genios del violín. Se le adjudica el descubrimiento compartido del fenómeno acústico de la combinación tonal al observar que, cuando se producen simultáneamente dos notas y se mantienen durante un tiempo, se percibe una tercera nota. Este fenómeno acústico, el tercer sonido o tono resultante, se denomina también sonido diferencial o sonido de Tartini (usada mayormente para identificar cuando está afinado un violín, aunque por su grado de dificultad, no es la única forma de afinar un violín).
Desarrolló una nueva técnica de manejo del arco todavía vigente e introdujo mejoras en las cuerdas. Tartini compuso alrededor de 150 conciertos y 100 sonatas para violín: la más conocida es su obra póstuma “Il trillo del diavolo”, que imita al diablo tocando el violín que había imaginado en sueños. De entre sus diferentes tratados teóricos destaca Tratado de música según la verdadera ciencia de la armonía (1754).
Continuó componiendo y escribiendo tratados sobre armonía y acústica, hasta su muerte, el 26 de Febrero de 1770 en Padua, pero jamás fue capaz de igualar la belleza de su obra maestra: El trino del Diablo.



La Sonata del Diablo


Se cuenta que Giuseppe Tartini compuso su Trino del diablo en 1713, inspirado por un sueño donde vio al maligno al pie de su cama tocar una melodía en su violín. Al despertar, comenzó a trascribirla en su papel pautado y, a pesar de su hermosura, al parecer no era nada comparado con lo que realmente llegó a escuchar en su sueño.

En el monasterio de San Francisco de Asís se encontró un escrito de Tartini, al parecer seria una carta dirigida a Joseph-Jérome de Lalande (astrónomo francés), en el que se podía leer:

« Una notte (1713) sognai che avevo fatto un patto e che il diavolo era al mio servizio. Tutto mi riusciva secondo i miei desideri e le mie volontà erano sempre esaudite dal mio nuovo domestico. Immaginai di dargli il mio violino per vedere se fosse arrivato a suonarmi qualche bella aria, ma quale fu il mio stupore quando ascoltai una sonata così singolare e bella, eseguita con tanta superiorità e intelligenza che non potevo concepire nulla che le stesse al paragone. Provai tanta sorpresa, rapimento e piacere, che mi si mozzò il respiro. Fui svegliato da questa violenta sensazione e presi all'istante il mio violino, nella speranza di ritrovare una parte della musica
che avevo appena ascoltato, ma invano. Il brano che composi è, in verità il migliore che abbia mai scritto, ma è talmente al di sotto di quello che m'aveva così emozionato che avrei spaccato in due il mio violino e abbandonato per sempre la musica se mi fosse stato possibile privarmi delle gioie che mi procurava. »


“Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente tomé mi violín deseando
recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, pero fue en vano.


La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor que jamás he escrito y aún la llamo "La sonata del Diablo", pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre....”

Un sueño es un sueño. Podemos recordarlo, sentirlo, pero se deshace en nuestros pensamientos mientras lo hacemos. La transcripción de lo que escuchó tocar al propio Diablo se le escapa cuando más cerca de ella cree estar. Lo intenta en vano. Crece la desesperación, desea romper el violín...
No es el único caso de melodías inspiradas o dictadas por el mismo “diablo”. El aspecto patibulario de Paganini, (violinista Genovés) sus excentricidades y la habilidad que tenía para tocar el violín, contribuyeron a extender la leyenda de que el famoso compositor había hecho un pacto con el demonio.

Sin embargo, parece que Tartini era singularmente exigente consigo mismo. Una leyenda cuenta que al escuchar al violinista Francesco Maria Veracini en 1712 en Venecia, huyó a encerrarse en un cuarto a practicar. Tal fue la impresión que le causó Veracini.

Asimismo, se dice que en más de una ocasión se encerraba o aislaba por temporadas para practicar con su violín. Indudablemente, un estudiante que tenía tanto ahínco en su formación consiguió ser un gran y reconocido violinista, compositor y pedagogo.
Tras analizar estos detalles, muchos se han preguntado: ¿Fue verdaderamente el Diablo o un simple sueño?... La verdad no se podrá saber, pero es innegable la belleza que está presente en esta magistral composición, que carga tras de sí, la leyenda que fue creada por el Diablo.


Cancion de El Violin del Diablo en voz del Mago de Oz

Mägo de Oz, se sabe, tiene mucha admiración por la música clásica, y a lo largo de su discografía podemos encontrar canciones que se relacionan con composiciones de autores de música clásica como Beethoven, o solos de guitarras creados a partir de composiciones de otros músicos como Mozart o Bach (con el tiempo les dejaré otros post relacionado a estas obras sobre las que se ha inspirado Mägo de Oz).

A como sabremos (los fanáticos de la banda), Mägo de Oz, lanzó este año el álbum Gaia III: Atlantia, donde se encuentra una canción que nos relata la historia de “La Sonata del Diablo”, esta canción lleva el nombre de “El violín del diablo”; dicha canción, no tiene ningún riff basado
en la obra de Tartini, sin embargo es su historia la inspirada en esta composición, y llega a ser regocijante imaginar que es posible que la parte del violín de la canción de Mägo de Oz, haya sido tocada con el mismo violín que el Diablo le dio a Tartini, o incluso podría ser emocionante pensar que la parte del violín en la canción haya sido tocada por el mismo Diablo, ya que la constancia y la “bravura” del violín está presente en esta canción, de una forma cercana a la de la composición de Tartini.
Como recompensa a esta ausencia de riffs extraídos de la composición de Tartini, Mägo de Oz nos regala en “El violín del diablo” una letra contundente escrita por la corista del grupo, Patricia Tapia, en la que se nos pretende representar algo similar a la complacencia y a la desesperación que Tartini sintió al escuchar tan gloriosa composición y al ver que el mismo Diablo cumplía lo que él le decía, pero nunca poder igualar su obra con lo que escuchó en sus sueños, usando estrofas como:

 “algo nuevo alrededor me inunda en su placer”
“cumple mis deseos y mi voluntad”
“escucho un sonido tan dulce que apenas puedo respirar”
“No quiero ya dejar de soñar”
“No quiero olvidar y perder”

Y la estrofa final, en la que claramente se nota esa impotencia y frustración del autor, al intentar de todo y no poder replicar esa eminente tocata:

“Cómo pude olvidar, cómo puedo volver y tocar…”

La Historia como la relarta el Mago de Oz

Una tarde, mientras Rafael se disponía a abandonar la comisaría, escuchó el sonido de un violín. Parecía que llorase. Al dirigir sus pasos hacia el origen de aquella lastimera melodía, ante su sorpresa se encontró con Suburbia en uno de los cuartos de declaraciones tocando un andrajoso violín.
- ¿Te gusta? – Preguntó divertida.
- Es… raro. – Contestó el policía.
- Este violín tiene una vieja historia, y aunque no te lo creas, en el mundo real, es decir en tu mundo, hay más de una cosa inexplicable…

Cuenta así la leyenda que, en una noche de 1713 un profesional del violín, Giuseppe Tartini, obsesionado con la composición perfecta, tuvo un sueño con el Diablo. En él, el Diablo se le aparecía con un atuendo hermoso y perfecto, proponiéndole un pacto. Le otorgaría un violín con el cual tocaría la melodía perfecta pero a cambio Giuseppe le ofrecería su alma. Giuseppe, ansioso y cegado por su ambición aceptó el pacto sin pensárselo dos veces. Entonces el Diablo empezó a tocar una melodía fascinante. ¡Gloriosa! Con tal destreza y facilidad que dejó al músico impresionado al oír una composición tan perfecta y hermosa de tal ser tan horrendo y malicioso según decían, porque él, lo que veía era un hombre de una belleza deslumbrante que disfrutaba tocando el violín, del cual salía una melodía plácida y pacífica. Si así era el demonio, ¿cómo serían los ángeles? Parecía más bien un ángel.

Al día siguiente al despertar recordó perfectamente tal melodía y empezó a escribirla con tal habilidad que no daba crédito a lo que experimentaba. Cuando terminó de completar la sonata se dio cuenta de que había un nuevo objeto en su habitación. Se trataba de un violín precioso, violín color caoba que destellaba. Era como si el violín le hipnotizara, tenía algo que le hechizaba, algo mágico. Entonces cogió el violín y se dispuso a tocar, y tocó una y otra vez la sonata hasta que llegó la noche. Pero algo pasaba, no salía como él deseaba, como la había oído tocar. No paró de tocar en todo el día, olvidándose así de sus obligaciones. Pero no era igual, no transmitía la belleza y la bondad que transmitió el Diablo tocándola. Al final Giuseppe enloqueció y se suicidó al verse imposibilitado de repetir la sonata.

El violín que le dio el Diablo fue heredado por los familiares de Giuseppe, y pasó de mano en mano. Aún sigue existiendo y circulando por algún lugar de este mundo. Incluso hay quien dice que si el violín cae en manos de un joven músico, el Diablo se presentará ante él para ofrecerle el mismo pacto que a Tartini. Giuseppe tituló esta sonata –El Trino del Diablo– y hoy en día somos muy pocos los músicos que nos atrevemos a tocarla.